top of page
Ancla 7

Entreguerras II: El ascenso de los totalitarismos

El designio totalitario de conquista global y de dominación total ha sido el escape destructivo a todos los callejones sin salida. Su victoria puede coincidir con la destrucción de la Humanidad.

Hannah Arendt: Los orígenes del totalitarismo, 1951

Ancla 1

1. Causas del surgimiento de los totalitarismos

En Europa, a finales del siglo XIX, se produce una revolución cultural que fue, básicamente, anti-Ilustración. Aquellos principios de la libertad individual, fraternidad, igualdad, la soberanía nacional, la división de poderes o la guía de la razón se empiezan a ver como algo ineficaz y anticuado. 

Para muchos, después de la Primera Guerra Mundial, la democracia es un invento caduco que ha fracasado: en el periodo de entreguerras, más de doce países demócratas se convierten en dictaduras (Italia, España, Portugal, Rumanía, Hungría, Bulgaria, etc.). Las causas de esta deriva autoritaria son de tres tipos:

1. Ideológicos:

  • Ensalzamiento de un líder carismático a través de la propaganda: la máquina propagandística de los regímenes totalitarias trabaja constantemente para adoctrinar a la población. El líder es visto como una especie de mesías que salvará el país. No se analizan las soluciones propuestas ni el programa político (de hecho, a veces no hay ni programa político), sino que se apela al sentimiento y a la emoción: la patria, la raza, el pueblo elegido...

  • Darwinismo social: la teoría de Charles Darwin que afirma que las especies mejor adaptadas tienen más posibilidades de sobrevivir se aplicó a la economía, la sociología y la política de forma pseudo-científica. Se llegó a afirmar que había razas o pueblos que se adaptaban mejor que otros a diferentes circunstancias. De ahí que algunas doctrinas totalitarias, como el fascismo, hablen de la superioridad de unas razas sobre otras. 

  • Vitalismo e irracionalismo: cobra protagonismo entre las gentes una filosofía que ensalza la vida en plenitud y rechaza el racionalismo positivista. 

  • Imperialismo: países como Italia o Alemania piensan que su pueblo debe, simplemente, expandirse porque lo merecen y porque está en su naturaleza. Esta teoría es la base del irredentismo italiano y del lebensraum (espacio vital) alemán que comenzaron a finales del siglo XIX.

  • Teoría de las élites: se piensa que hay 'elegidos' entre las clases dirigentes que deben guiar a los pueblos hacia un destino glorioso. De ahí que aparezcan tantos líderes carismáticos agresivos (Stalin, Hitler, Mussolini, Metaxas o Boris III).

  • El Movimiento Revolucionario Conservador en Alemania, encabezado por Carl Schmitt, que rechazaba el parlamentarismo y la democracia y afirmaba que el enfrentamiento violento con el contrario era inevitable.

  • Ensalzamiento agresivo de la juventud como motor del cambio: en Alemania se hace popular el eslogan "Match Platz, ihr Alten!" (¡Dejad sitio, viejos!) y, en Italia, otro que decía: "¡Largo ai giovani!" (¡Dejad paso a los jóvenes!)

2. Políticas:

  • Falta de tradición democrática: en Alemania, por ejemplo, la República de Weimar nunca fue aceptada por el pueblo, sino como una imposición más del tratado de Versalles.

  • Debilidad de los gobiernos democráticos, incapaces de controlar la violencia y el discurso totalitarios.

  • Miedo al comunismo. La URSS nació en 1922 y muchos países de Europa vivieron este hecho como una amenaza por la expansión de las ideas marxistas revolucionarias. 

3. Económicas: 

 

  • Crisis de posguerra: los países perdedores, sobre todo Alemania, tienen que pagar enormes reparaciones de guerra y, aparte, se les limita la reconstrucción de su país por miedo a su rearme. Los países vencedores tienen también que reconstruir sus infraestructuras e industria, destrozadas por la guerra, además, tienen grades deudas de guerra que pagar, sobre todo a Estados Unidos.

  • El crac del 29 y la crisis financiera global que acarreó. Muchas personas se creen el mensaje redentor de los dictadores, que venden una solución rápida y fácil contra las crisis.

Ancla 2

2. El fascismo en Italia

2.1 El surgimiento.

La situación de crisis fue aprovechada por el periodista Benito Mussolini para formar, en 1919, un grupo paramilitar llamado Fasci italiani di combattimento (fasces italianos de combate) que ataca a grupos, sindicatos y locales de partidos de izquierda, en ocasiones, llegando al asesinato. Estos hechos quedaban impunes porque contaban con la simpatía de gran parte de la autoridad o de los empresarios que temían a los huelguistas, a los socialistas y a los comunistas.

En 1921, Mussolini da un paso más y forma el PNF (Partido Nacional Fascista). Es un partido poco definido, que defiende la propiedad privada a la vez que habla del poder de los trabajadores, todo desde una óptica hipernacionalista y militarista que supo recoger el descontento italiano tras la Primera Guerra Mundial. Como todo partido populista adoptó pronto una serie de atavíos que le hacía reconocible: las camisas negras, múltiples canciones, el saludo romano y el emblema del fasces.

2.2 La 'Marcha sobre Roma' y la toma del poder

El 27 de octubre de 1922, se produce un golpe de estado encubierto: la 'Marcha sobre Roma', en la que 30 000 camicie nere de todo el país llegaron a Roma para exigir que se le entregase el poder a Mussolini. El rey Víctor Manuel III, presionado por conservadores, empresarios, nacionalistas y militares, le encargó formar gobierno.

Al principio, no rompe con el parlamentarismo. De hecho, formó gobierno con partidos liberales y católicos, pero en 1924 convocó elecciones y obtuvo mayoría absoluta, aunque la votación no fue transparente y existieron amenazas y violencia contra quienes no simpatizaban con el PNF. A partir de entonces, Mussolini se dedicó a destruir el sistema parlamentario que existía desde la unificación y a construir su dictadura. 

En las siguientes elecciones, en 1929, solo concurrió el PNF, por quien se podía votar a favor o en contra.

2.3. La economía

Hubo dos fases:

  1. Liberal: frente al socialismo, afirman que la propiedad privada es sagrada. A pesar de todo, el estado se convierte en supervisor de la economía. 

  2. Intervencionista: en 1927 se promulgó la Carta del Lavoro, en la que se da prioridad a la iniciativa privada, pero orientando toda la producción hacia la autarquía. A corto plazo, este método funcionó: disminuyó el paro y aumentó la producción industrial, en parte debido al aumento de obras públicas. Por contra, el sector primario fue desatendido. 

2.4 Sociedad:

 

A pesar de lo anterior, fue en el campo donde el fascismo tuvo más apoyo, gracias a su defensa a ultranza de la propiedad privada. 

En las ciudades, algunos empresarios los ven con buenos ojos porque atacan a sindicalistas y a comunistas. 

Aun siendo totalitario, hay diferencias con el nazismo alemán, ya que Mussolini no pudo romper totalmente con el estado de derecho, ni su apoyo real fue mucho mayor del 20%. Fueron las élites burguesas del norte de Italia quienes le dijeron que podía gobernar y fueron quienes le pusieron los límites. Fue solo jefe de gobierno, puesto que el rey seguía siendo jefe del estado. Tampoco hubo un terror masivo al estilo alemán, a pesar de la acción callejera de los camisas negras (ataques a sindicalistas y a comunistas, asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti en 1924); ni un expansionismo tan exacerbado como el alemán. El racismo tampoco fue tan acusado: estuvo muy presente en las colonias de Somalia y Etiopía, donde la convivencia entre blancos y negros estaba prohibida. Según se fue acercando Mussolni a Hitler, aparecieron tintes antijudíos, como demuestra la publicación del Manifesto degli scienziati razzisti, en 1938.

Ancla 3

3. El nazismo alemán

El ascenso de Hitler y del partido NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) tuvo que ver, al igual que ocurrió con el PNF de Mussolini en Italia, con el miedo al comunismo revolucionario. Muchos empresarios apoyaron a Hitler ante la situación de crisis, huelgas y revueltas obreras. 

Adolf Hitler, que había sido un pintor fracasado y luego cabo en la Primera Guerra Mundial, se afilió en 1919 al Partido Obrero Alemán, predecesor del NSDAP, asumiendo su liderazgo definitivo en 1921. En 1923, protagonizó un golpe de estado (el putsch de Múnich) que resultó fallido, por lo cual fue condenado a cinco años de cárcel de los cuales solo cumplió ocho meses. Durante su estancia en prisión, redactó su libro Mein Kampf (Mi lucha), en el que expone su visión nacionalista y culpa de los males de Alemania a los políticos que se rindieron a la Entente y a los judíos que, según él, manejaban partidos y prensa de izquierdas.

Ya fuera de la cárcel, sus inflamados discursos y manifestaciones pangermanistas (unión de todos los pueblos de habla alemana), antijudíos y anticomunistas le otorgaron popularidad, aunque en las elecciones sus resultados eran más bien pobres. Sin embargo, en enero de 1933, entre turbias maniobras políticas, es nombrado canciller. En febrero se incendia el Reichstag (parlamento), del cual los nazis acusaron falsamente a los comunistas.

En marzo hubo elecciones federales y el partido nazi las ganó con un 44% de votos (17 millones de votantes). En cuanto tomó el poder, su política se tornó dictatorial y terrorista, empezando con la purga de rivales e incluso compañeros que le podían hacer sombra: la noche del 30 de junio de 1934 es conocida como la Noche de los cuchillos largos, y en ella fueron asesinadas más de ochenta personas, más varios cientos arrestadas, que Hitler concebía como enemigas de su régimen. Entre ellos figuraba Ernst Röhm, líder de las SA (Sturmabteilung, "división de tormenta"), una milicia voluntaria que apoyaba al partido nazi, cuya violencia callejera ya no servía a Hitler, que ahora se codeaba con ricos empresarios (los dueños de Opel, Adidas, Porsche, Bayer, etc.) y necesitaba dar una imagen más civilizada y de control absoluto de sus seguidores. Los asesinatos fueron llevados a cabo por las SS (Schutzstaffel, "escuadrón de protección") un cuerpo paramilitar que actuaba a modo de policía política del Reich dirigido por Heinrich Himmler, y por la Gestapo (policía secreta).

En 1935, Hitler impuso la bandera y escudo nazi como símbolos de toda Alemania, reemplazando la bandera negra, roja y amarilla. Ese mismo año se promulgaron las Leyes de Nuremberg, por las cuales se prohibía a todos aquellos que tuvieran al menos tres abuelos judíos tener descendencia con la "comunidad sanguínea alemana". El racismo se hizo oficial.

La noche del 9 de noviembre de 1938 se conoce como la Noche de los cristales rotos. En ella, se produjeron una serie de pogromos coordinados en todo el país contra los judíos y sus negocios y pertenencias. Este ataque fue dirigido por las SS y contó con la colaboración de lo que quedaba de las SA, la Gestapo y las Hitlerjugend (HJ, Juventudes Hitlerianas).

Progresivamente, Italia y Alemania habían acercado posiciones. Colaboraron en el Anschluss (marzo, 1938) e hicieron frente común en los Acuerdos de Múnich (septiembre, 1938). Finalmente, firmaron el Pacto de Acero (mayo, 1939) y, ya durante la guerra, ambos países firmaron con Japón el Pacto Tripartito (septiembre, 1940).

En el plano económico, el Reich se inclinó hacia la autarquía. Las grandes compañías (Opel, Porsche, Adidas, IBM, Siemens, Hugo Boss, Bayer, Kodak, etc.) financiaron al régimen nazi para que los librase de comunistas, huelguistas y del movimiento obrero en general. Hitler puso en marcha una gran industria financiada por el estado para dar trabajo a los alemanes, siendo la industria armamentística la que más se desarrolló. 

Socialmente, las relaciones entre la gente fueron canalizadas por el partido (cualquier asociación tenía que tener permiso de NSDAP) y el gigantesco aparato de propaganda controlado por el ministro Joseph Goebbels. Desde el colegio, se adoctrinaba a los niños en los principios del nacionalsocialismo e incluso en cada boda se entregaba un ejemplar de Mein Kampf a los recién casados. 

Ancla 4

4. El Japón expansionista de Hideki Tōjō

Tōjō fue primer ministro de Japón desde octubre de 1941. Como militar, tenía una amplia experiencia y había dirigido a las tropas japonesas durante la invasión de Manchuria desde 1935. Convencido de la misión imperial y expansionista de Japón, sus ideas políticas pasaban por la creación de un gobierno militar totalitario y apoyado por la alta burguesía, es decir, algo muy parecido a lo que ocurrió en Italia y Alemania. Convirtió a Japón en un estado policial bajo control del ejército. Fiel a su idea expansionista, fue un firme partidario del Pacto Tripartito de 1940.

Su poder llegó a ser casi total, aunque Japón era un imperio y, en teoría, el emperador Hirohito estaba por encima de cualquier súbdito. De Hirohito se ha dicho, tradicionalmente, que era pacífico y que no pudo hacer nada ante el poder y el afán de guerra de su ejército, aunque en los últimos años han aparecido estudios que afirman que tuvo un papel mucho más relevante y menos benevolente en la Segunda Guerra Mundial de lo que se pensaba hasta hace poco. 

En julio de 1941, la Francia de Vichy (colaboracionista con los invasores alemanes) permitió que Japón estableciese bases militares en la Indochina Francesa, a lo que Estados Unidos, que quería tener controlado todo el Pacífico, respondió con sanciones económicas sobre Japón. Tras algunos encuentros bilaterales infructuosos, Hirohito y Tōjō decidieron atacar la base naval de Pearl Harbor (Hawaii) el 7 de diciembre de 1941. Al día siguiente, Estados Unidos declaró la guerra a Japón. Tōjō lideró al ejército japonés hasta mediados de 1944.

 Hideki Tōjō 

Ancla 5

5. El totalitarismo paranoico de Iósif Stalin

Stalin procedía de una familia humilde georgiana. Hacia los veinte años comenzó su actividad política, iniciándose en el marxismo. Poco antes de la muerte de Lenin, llegó al puesto de Secretario General del Comité Central del PCUS. Desde ahí, fue adquiriendo cada vez más poder hasta que, cuando en 1924 muere Lenin, Stalin fue designado por sus camaradas del partido para sucederle. En principio, gobernaba en grupo junto a Lev Kámenev y Grigori Zinóviev, pero en 1936 el propio Stalin los hizo fusilar. 

Su política interior consistió en eliminar a todo aquel que criticase su régimen o pudiera hacerle sombra. Trotsky, que reprobó la idea estalinista del "socialismo en un solo país" (es decir, centrarse en desarrollar el comunismo en la URSS renunciando a expandirlo a otras naciones) fue desterrado en 1929 y, finalmente, asesinado por orden suya en 1940. 

En los años 30, creyendo que cualquiera podía traicionarle, su paranoia fue en aumento y comenzó sus purgas: cualquier sospechoso de contrarrevolucionario podía ser arrestado, juzgado sumariamente y ejecutado. En 1930, se puso en marcha el GULAG (Dirección General de Campos y Colonias de Trabajo Correccional) o, en otras palabras, un sistema de campos de concentración para opositores al régimen. El GULAG se canceló tras la muerte de Stalin. Allí murió más de un millón y medio de personas, muchas de ellas inocentes.

Entre 1936 y 1938 tuvo lugar la Gran Purga, o el Gran Terror, un periodo de represión política en el que fueron ejecutadas entre 700 000 y 1 200 000 personas, entre ellas gran parte de los oficiales del Ejército Rojo, lo que dificultó encontrar mandos para la Segunda Guerra Mundial. 

Su política exterior se basó en el antedicho "socialismo en un solo país", porque no quería entrar en guerra con el bloque occidental, si bien apoyó al movimiento obrero en otros países a través de la Internacional Comunista y al antifascismo con su participación en la Guerra Civil Española en el bando republicano.

En cuestiones económicas, sustituyó la NEP leninista por una economía meticulosamente planificada a través de planes quinquenales. Su objetivo era desarrollar vertiginosamente la industria, con lo que la mayoría de recursos del país se dirigieron a reforzar este impulso. En Ucrania, fuente principal de trigo del país, obligó a los campesinos a producir constantemente y a entregar su cosecha para exportarla y pagar el crecimiento industrial. Esto produjo una tremenda hambruna entre 1932 y 1933, conocida como el Holodomor, en la que la cifra de muertos es desconocida, pero, en cualquier caso, superó los dos millones de personas.

En 1939, con la guerra en ciernes, intentó sin éxito unirse a Francia y Reino Unido. Este fracaso le hizo virar hacia la Alemania de Hitler, a quien temía, y firmó con esta el Pacto de no agresión Ribentropp-Mólotov. En virtud de este pacto, invadió la zona oriental de Polonia y el año siguiente, las Repúblicas Bálticas, pero la paz duró poco porque Hitler decidió invadir la URSS (operación Barbarroja, 1941) y Stalin se unió finalmente a los Aliados (Estados Unidos, Reino Unido y otros países) entrando así en la Segunda Guerra Mundial.

Ancla 6

TEST
Haz click aquí para hacer el test de la unidad

bottom of page