Unidad 2: Entreguerras
"Esto no es una paz. Es un armisticio de veinte años."
Ferdinand Foch, mariscal francés y comandante en jefe de los ejércitos
Aliados durante la Primera Guerra Mundial, tras leer el Tratado de Versalles.
1. Los cambios económicos
1.1. La gran crisis europea y el papel de EE.UU. como acreedor
Europa ha quedado arrasada: han muerto 17 millones de personas (más otros 20 millones por la pandemia de gripe de 1918), la industria está casi destruida y los campos de cultivo, asolados.
Alemania tenía que pagar una alta suma en reparaciones de guerra: 31 000 millones de euros al cambio actual, tanto a la población civil como a Francia e Inglaterra. Como no pudieron reunir tanto dinero, Francia ocupó entre 1923 y 1925 la cuenca del Rurh, la mayor zona industrial alemana. Entonces, la economía del país germano se desplomó y se procedió a devaluar el marco y a emitir más billetes, con lo que se produjo la hiperinflación.
En esta situación, surge en Alemania un fuerte odio hacia Francia y un nacionalismo exacerbado que será el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento del nazismo.
Por otro lado, los países tenían que devolver préstamos de guerra, sobre todo a EE. UU., que era el gran acreedor de la época, pero estos países están en en bancarrota y tendrán que buscar nuevas fórmulas para satisfacer el pago de la deuda.
Viendo que Alemania se hunde y nunca será capaz de pagar sus reparaciones (acabó de pagarlas en 2010) EE. UU. lanza el Plan Dawes (1924): el pago se fraccionaría y se ayudaría a Alemania mediante préstamos para que su industria se recupere y puedan generar empleo y riqueza. Cuando Alemania tuviera dinero, pagaría las reparaciones a Francia y Reino Unido, y estos, a su vez, pagarían sus deudas a EE.UU. El problema es que la gran crisis estadounidense de 1929 impidió la continuación del Plan Dawes y de otros similares.
2. El Crac del 29 y la Gran Depresión
2.1 La Crisis en EE. UU
Para entender este punto, hay que entender previamente el estado de la economía europea antes y después de la Primera Guerra Mundial.
Antes, Reino Unido y Francia eran los países económicamente más fuertes, pues exportaban mucho, aunque también tenían un gran volumen de importaciones, con lo que la economía se mantenía en movimiento. Después de la guerra, Francia y Reino Unido están arruinados y la fuerza económica se traslada a Estados Unidos. Este país es ahora el gran prestamista del mundo y además exporta mucho. Sin embargo, al ser un gran territorio con abundancia de recursos naturales, importa poco. Con lo cual, cada vez es más rico. Este panorama, que puede parecer paradisíaco, no lo es tanto, porque si un país es muy rico, pero los demás empobrecen, llegará un momento en que nadie compre nada al país rico. Esto le ocurrió a EE. UU.: los países europeos no podían ya comprarle productos ni pagarle la deuda. Fue entonces cuando se puso en marcha el antedicho Plan Dawes (1924): se trata, en suma, de reactivar la economía mundial.
La idea parecía buena, pero en esto estalló la gran crisis de 1929. Esta tampoco llegó de repente, pues ya había claras señales de que la economía estadounidense no iba a crecer para siempre:
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Agricultura: Durante la Primera Guerra Mundial, los agricultores norteamericanos abastecieron de alimentos a los países beligerantes, con lo que ganaron mucho dinero que invertían en comprar más tierras, pues siempre había demanda. Como parecía que esta tendencia nunca iba a acabar, los agricultores pidieron créditos a los bancos para comprar y cultivar todavía más tierras, pero en 1918 la guerra termina, y los países beligerantes vuelven a producir sus propios alimentos, con lo que en EE. UU. ahora hay exceso de producción agrícola que no se vende. Por consiguiente, los agricultores americanos empiezan a perder dinero y, además, no pueden pagar los créditos a los bancos y estos se quedan sus tierras. Pero el banco, cuando intente vender estas tierras, no encontrará compradores, porque como acabamos de decir los agricultores se están empobreciendo, con lo cual el banco tiene tierras, pero no dinero, y sin dinero no puede ofrecer créditos a otros sectores. El sistema financiero está ya debilitado desde principios de los años 20.
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Industria: se produce mucho, pensando que siempre va a haber demanda, pero esta se detiene, sobre todo la que proviene del sector primario, pues los campesinos ya no compran tractores ni otra maquinaria. La sobreproducción causó acumulación de stock.
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La especulación en la Bolsa de Nueva York (Wall Street): durante la guerra, el gobierno de EE. UU. había lanzado los famosos "bonos libertad" para financiar a su ejército (es decir, el ciudadano compraba uno de estos bonos, su dinero iba a parar al ejército, y, seis meses después, el gobierno le devolvía el dinero con intereses). Era la primera vez que los ciudadanos de a pie "invertían" su dinero en algo, pues, hasta entonces, la inversión era algo reservado a las clases pudientes. Cuando terminó la guerra, los ciudadanos tuvieron la oportunidad de invertir en otros productos que cotizaban en la bolsa de valores estadounidense, la famosa Bolsa de Wall Street en Nueva York. Con tanta gente comprando acciones, están subían muy rápido de precio, provocando grandes ganancias a los inversores. Era dinero rápido y fácil, por lo que el efecto reclamo tuvo mucho éxito.
Pero las acciones suben de precio si las empresas obtienen beneficios, y ya hemos visto que tanto en el sector primario como en el secundario las compañías atravesaban dificultades. Solo era cuestión de tiempo que esos malos resultados repercutieran en Wall Street. El famoso Crac sucedió el 24 de octubre de 1929: es el llamado Jueves Negro. El pánico se adueña de Wall Street y se venden millones de acciones. Los bancos inyectan dinero en las empresas para que las acciones suban artificialmente y contener la desbandada de accionistas. El 25 de octubre, el plan de los bancos parece funcionar, de momento, pero el 28 y 29 de octubre la caída es incontrolable. Los que pueden vender, venden, pero casi nadie compra. Los bancos ya no pueden hacer nada.
A continuación, se produce la típica reacción en cadena de las grandes crisis: la gente saca su dinero de los bancos y estos, que de por sí no pueden recuperar el dinero de los créditos que han dado ni lo que perdieron con las crisis agrícolas e industriales, tienen que cerrar ante la falta de liquidez. Hay millones de personas que han perdido todos sus ahorros.
Los bancos, sin dinero, ya no pueden dar créditos a las empresas, que, a su vez, no pueden invertir en maquinaría ni otros capitales y sus productos no se venden. Despiden a miles de empleados. Además, la crisis se retroalimenta, pues si la gente está sin trabajo, no compra, y si no compra, las empresas cierran y hay más paro todavía.
Además, durante los años 30 se produjeron una serie de tormentas de arena que dañaron gravemente los campos de cultivo de las grandes llanuras americanas. Este periodo se conoce como el Dust Bowl y llevó a la miseria a miles de campesinos.
2.2 La crisis en Europa
La onda expansiva de la crisis estadounidense no tarda en llegar a Europa, pues esos créditos que estaban dando los bancos americanos para el desarrollo de los países empobrecidos tras la Primera Guerra Mundial -especialmente a Alemania- se cortan. El Plan Dawes queda paralizado y, tras algunas medidas fallidas, será el keynesianismo del presidente Roosevelt el que consiga que el país comience a levantar cabeza: es el estado el que da trabajo a la población desempleada, especialmente en obras públicas. Esto implica subir los impuestos a la población con rentas más altas, que no aceptan de buena gana. También se devalúa la moneda para animar las exportaciones. Esta receta funcionó en EE. UU. (el New Deal de Roosevelt de los años 30) y Alemania, que por fin vio algo de recuperación, pero los nacionalismos en Europa se hicieron tan fuertes que los países se replegaron sobre sí mismos y no existió un proyecto de recuperación común. Así, la crisis tardó más en superarse. De solo mirar el beneficio propio, Europa caminó hacia la miseria colectiva.
3. Causas del surgimiento de los totalitarismos
En Europa, a finales del siglo XIX, se produce una revolución cultural que fue, básicamente, anti-Ilustración. Aquellos principios de la libertad individual, fraternidad, igualdad, la soberanía nacional, la división de poderes o la guía de la razón se empiezan a ver como algo ineficaz y anticuado.
Para muchos, después de la Primera Guerra Mundial, la democracia ha fracasado: en el periodo de entreguerras, más de doce países democráticos se convierten en dictaduras (Italia, España, Portugal, Rumanía, Hungría, Bulgaria, etc.). Las causas de esta deriva autoritaria son de tres tipos:
3.1. Ideológicos:
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Ensalzamiento de un líder carismático a través de la propaganda: la máquina propagandística de los regímenes totalitarias trabaja constantemente para adoctrinar a la población. El líder es visto como una especie de mesías que salvará el país. No se analizan las soluciones propuestas ni el programa político (de hecho, a veces no hay ni programa político), sino que se apela al sentimiento y a la emoción: la patria, la raza, el pueblo elegido...
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Darwinismo social: la teoría de Charles Darwin que afirma que las especies mejor adaptadas tienen más posibilidades de sobrevivir se aplicó a la economía, la sociología y la política de forma pseudo-científica. Se llegó a afirmar que había razas o pueblos que se adaptaban mejor que otros a diferentes circunstancias. De ahí que algunas doctrinas totalitarias, como el fascismo, hablen de la superioridad de unas razas sobre otras.
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Vitalismo e irracionalismo: cobra protagonismo entre las gentes una filosofía que ensalza la vida en plenitud y rechaza el racionalismo positivista.
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Imperialismo: países como Italia o Alemania piensan que su pueblo debe, simplemente, expandirse porque lo merecen y porque está en su naturaleza. Esta teoría es la base del irredentismo italiano y del lebensraum (espacio vital) alemán que comenzaron a finales del siglo XIX.
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Teoría de las élites: se piensa que hay 'elegidos' entre las clases dirigentes que deben guiar a los pueblos hacia un destino glorioso. De ahí que aparezcan tantos líderes carismáticos agresivos (Stalin, Hitler, Mussolini, Metaxas o Boris III).
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Ensalzamiento agresivo de la juventud como motor del cambio: en Alemania se hace popular el eslogan "Match Platz, ihr Alten!" (¡Dejad sitio, viejos!) y, en Italia, otro que decía: "¡Largo ai giovani!" (¡Dejad paso a los jóvenes!)
3.2. Políticas:
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Falta de tradición democrática: en Alemania, por ejemplo, la República de Weimar nunca fue aceptada por el pueblo, sino como una imposición más del tratado de Versalles.
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Debilidad de los gobiernos democráticos, incapaces de controlar la violencia y el discurso totalitarios.
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Miedo al comunismo. La URSS nació en 1922 y muchos países de Europa vivieron este hecho como una amenaza por la expansión de las ideas marxistas revolucionarias.
3.3 Económicas:
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Crisis de posguerra: los países perdedores, sobre todo Alemania, tienen que pagar enormes reparaciones de guerra y, aparte, se les limita la reconstrucción de su país por miedo a su rearme. Los países vencedores tienen también que reconstruir sus infraestructuras e industria, destrozadas por la guerra, además, tienen grades deudas de guerra que pagar, sobre todo a Estados Unidos.
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El crac del 29 y la Gran Depresión internacional que acarreó. Muchas personas se creen el mensaje redentor de los dictadores, que venden una solución rápida y fácil contra las crisis.
No quiero una educación intelectual. El conocimiento nos ha hecho orgullosos y arrogantes, y eso no lo necesitamos. Lo que necesitamos es un cuerpo sano y una fuerte voluntad para defender al Reich
El miedo al comunismo
4. El fascismo en Italia
4.1 El surgimiento.
Benito Mussolini formó, en 1919, un grupo paramilitar llamado Fasci italiani di combattimento (fasces italianos de combate) que ataca a grupos, sindicatos y locales de partidos de izquierda, en ocasiones, llegando al asesinato. Estos hechos quedaban impunes porque contaban con la simpatía de gran parte de la autoridad o de los empresarios que temían a los huelguistas, a los socialistas y a los comunistas.
En 1921, Mussolini da un paso más y forma el PNF (Partido Nacional Fascista). Es un partido poco definido, que defiende la propiedad privada a la vez que habla del poder de los trabajadores, todo desde una óptica hipernacionalista y militarista que supo recoger el descontento italiano tras la Primera Guerra Mundial (recordemos el mito de la vittoria mutilata). Como todo partido populista adoptó pronto una serie de atavíos que le hacía reconocible: las gesticulaciones exageradas de Il Duce, las camisas negras, múltiples canciones, el saludo romano y el emblema del fasces.
4.2 La 'Marcha sobre Roma' y la toma del poder
El 27 de octubre de 1922, se produce un golpe de estado encubierto: la 'Marcha sobre Roma', en la que 30 000 camicie nere de todo el país llegaron a Roma para exigir que se le entregase el poder a Mussolini. El rey Víctor Manuel III, presionado por conservadores, empresarios, nacionalistas y militares, le encargó formar gobierno.
En 1924 convocó elecciones y obtuvo mayoría absoluta, aunque la votación no fue transparente y existieron amenazas y violencia contra quienes no simpatizaban con el PNF. A partir de entonces, Mussolini se dedicó a destruir el sistema parlamentario y a construir su dictadura.
En las siguientes elecciones, en 1929, solo concurrió el PNF, por quien se podía votar a favor o en contra.
4.3 Sociedad:
Fue en el campo donde el fascismo tuvo más apoyo, gracias a su defensa a ultranza de la propiedad privada.
En las ciudades, algunos empresarios los ven con buenos ojos porque atacan a sindicalistas y a comunistas.
Aun siendo totalitario, hay diferencias con el nazismo alemán, ya que Mussolini no pudo romper totalmente con el estado de derecho, ni su apoyo real fue mucho mayor del 20%. Fueron las élites burguesas del norte de Italia quienes le dijeron que podía gobernar y fueron quienes le pusieron los límites. Fue solo jefe de gobierno, puesto que el rey seguía siendo jefe del estado. Tampoco hubo un terror masivo al estilo alemán, a pesar de la acción callejera de los camisas negras (ataques a sindicalistas y a comunistas, asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti en 1924); ni un expansionismo tan exacerbado como el alemán. El racismo tampoco fue tan acusado: estuvo muy presente en las colonias de Somalia y Etiopía, donde la convivencia entre blancos y negros estaba prohibida. Según se fue acercando Mussolni a Hitler, aparecieron tintes antijudíos, como demuestra la publicación del Manifesto degli scienziati razzisti, en 1938.
5. El nazismo alemán
El ascenso de Hitler y del partido NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) tuvo que ver, al igual que ocurrió con el PNF de Mussolini en Italia, con el miedo al comunismo revolucionario. Muchos empresarios apoyaron a Hitler ante la situación de crisis, huelgas y revueltas obreras.
Adolf Hitler, que había sido un pintor fracasado y luego cabo en la Primera Guerra Mundial, se afilió en 1919 al Partido Obrero Alemán, predecesor del NSDAP, asumiendo su liderazgo definitivo en 1921. En 1923, protagonizó un golpe de estado (el putsch de Múnich) que resultó fallido, por lo cual fue condenado a cinco años de cárcel de los cuales solo cumplió ocho meses. Durante su estancia en prisión, redactó su libro Mein Kampf (Mi lucha), en el que expone su visión nacionalista y culpa de los males de Alemania a los políticos que se rindieron a la Entente y a los judíos que, según él, manejaban partidos y prensa de izquierdas.
Ya fuera de la cárcel, sus inflamados discursos y manifestaciones pangermanistas (unión de todos los pueblos de habla alemana), antijudíos y anticomunistas le otorgaron popularidad, aunque en las elecciones sus resultados eran más bien pobres. Sin embargo, en enero de 1933, entre turbias maniobras políticas, es nombrado canciller. En febrero se incendia el Reichstag (parlamento), del cual los nazis acusaron falsamente a los comunistas.
En marzo hubo elecciones federales y el partido nazi las ganó con un 44% de votos (17 millones de votantes). En cuanto tomó el poder, su política se tornó dictatorial y terrorista, empezando con la purga de rivales e incluso compañeros que le podían hacer sombra: la noche del 30 de junio de 1934 es conocida como la Noche de los cuchillos largos, y en ella fueron asesinadas más de ochenta personas, más varios cientos arrestadas, que Hitler concebía como enemigas de su régimen. Entre ellos figuraba Ernst Röhm, líder de las SA (Sturmabteilung, "división de tormenta"), una milicia voluntaria que apoyaba al partido nazi, cuya violencia callejera ya no servía a Hitler, que ahora se codeaba con ricos empresarios (los dueños de Opel, Adidas, Porsche, Bayer, etc.) y necesitaba dar una imagen más civilizada y de control absoluto de sus seguidores. Los asesinatos fueron llevados a cabo por las SS (Schutzstaffel, "escuadrón de protección") un cuerpo paramilitar que actuaba a modo de policía política del Reich dirigido por Heinrich Himmler, y por la Gestapo (policía secreta).
En 1935, Hitler impuso la bandera y escudo nazi como símbolos de toda Alemania, reemplazando la bandera negra, roja y amarilla. Ese mismo año se promulgaron las Leyes de Nuremberg, por las cuales se prohibía a todos aquellos que tuvieran al menos tres abuelos judíos tener descendencia con la "comunidad sanguínea alemana". El racismo se hizo oficial.
La noche del 9 de noviembre de 1938 se conoce como la Noche de los cristales rotos. En ella, se produjeron una serie de pogromos coordinados en todo el país contra los judíos y sus negocios y pertenencias. Este ataque fue dirigido por las SS y contó con la colaboración de lo que quedaba de las SA, la Gestapo y las Hitlerjugend (HJ, Juventudes Hitlerianas).
Progresivamente, Italia y Alemania habían acercado posiciones. Colaboraron en el Anschluss (marzo, 1938) e hicieron frente común en los Acuerdos de Múnich (septiembre, 1938). Finalmente, firmaron el Pacto de Acero (mayo, 1939) y, ya durante la guerra, ambos países firmaron con Japón el Pacto Tripartito (septiembre, 1940).
En el plano económico, el Reich se inclinó hacia la autarquía. Las grandes compañías (Opel, Porsche, Adidas, IBM, Siemens, Hugo Boss, Bayer, Kodak, etc.) financiaron al régimen nazi para que los librase de comunistas, huelguistas y del movimiento obrero en general. Hitler puso en marcha una gran industria financiada por el estado para dar trabajo a los alemanes, siendo la industria armamentística la que más se desarrolló.
Socialmente, las relaciones entre la gente fueron canalizadas por el partido (cualquier asociación tenía que tener permiso de NSDAP) y el gigantesco aparato de propaganda controlado por el ministro Joseph Goebbels. Desde el colegio, se adoctrinaba a los niños en los principios del nacionalsocialismo e incluso en cada boda se entregaba un ejemplar de Mein Kampf a los recién casados.
6. El totalitarismo paranoico de Iósif Stalin
Stalin procedía de una familia humilde georgiana. Poco antes de la muerte de Lenin, llegó al puesto de Secretario General del Comité Central del PCUS. Desde ahí, fue adquiriendo cada vez más poder hasta que, cuando en 1924 muere Lenin, Stalin fue designado por sus camaradas del partido para sucederle. En principio, gobernaba en grupo junto a Lev Kámenev y Grigori Zinóviev, pero en 1936 el propio Stalin los hizo fusilar.
Su política interior consistió en eliminar a todo aquel que criticase su régimen o pudiera hacerle sombra. Trotsky, que reprobó la idea estalinista del "socialismo en un solo país" (es decir, centrarse en desarrollar el comunismo en la URSS renunciando a expandirlo a otras naciones) fue desterrado en 1929 y, finalmente, asesinado por orden suya en 1940.
En los años 30, creyendo que cualquiera podía traicionarle, su paranoia fue en aumento y comenzó sus purgas: cualquier sospechoso de contrarrevolucionario podía ser arrestado, juzgado sumariamente y ejecutado. En 1930, se puso en marcha el GULAG (Dirección General de Campos y Colonias de Trabajo Correccional) o, en otras palabras, un sistema de campos de concentración para opositores al régimen. El GULAG se canceló tras la muerte de Stalin. Allí murió más de un millón y medio de personas, muchas de ellas inocentes.
Entre 1936 y 1938 tuvo lugar la Gran Purga, o el Gran Terror, un periodo de represión política en el que fueron ejecutadas entre 700 000 y 1 200 000 personas, entre ellas gran parte de los oficiales del Ejército Rojo, lo que dificultó encontrar mandos para la Segunda Guerra Mundial.
Su política exterior se basó en el antedicho "socialismo en un solo país", porque no quería entrar en guerra con el bloque occidental, si bien apoyó al movimiento obrero en otros países a través de la Internacional Comunista y al antifascismo con su participación en la Guerra Civil Española en el bando republicano.
En cuestiones económicas, sustituyó la NEP leninista por una economía meticulosamente planificada a través de planes quinquenales. Su objetivo era desarrollar vertiginosamente la industria, con lo que la mayoría de recursos del país se dirigieron a reforzar este impulso. En Ucrania, fuente principal de trigo del país, obligó a los campesinos a producir constantemente y a entregar su cosecha para exportarla y pagar el crecimiento industrial. Esto produjo una tremenda hambruna entre 1932 y 1933, conocida como el Holodomor, en la que la cifra de muertos es desconocida, pero, en cualquier caso, superó los dos millones de personas.
En 1939, con la guerra en ciernes, intentó sin éxito unirse a Francia y Reino Unido. Este fracaso le hizo virar hacia la Alemania de Hitler, a quien temía, y firmó con esta el Pacto de no agresión Ribentropp-Mólotov. En virtud de este pacto, invadió la zona oriental de Polonia y el año siguiente, las Repúblicas Bálticas, pero la paz duró poco porque Hitler decidió invadir la URSS (operación Barbarroja, 1941) y Stalin se unió finalmente a los Aliados (Estados Unidos, Reino Unido y otros países) entrando así en la Segunda Guerra Mundial.
7. 1929-1939: Camino de otra guerra
Entre 1929 y 1933, toda esta situación europea de concordia y fraternidad se torna en amenaza y reproche, y el Crack del 29 tiene bastante culpa de ello.
Alemania, con un 34% de paro, sigue siendo incapaz de pagar las reparaciones de guerra.
Los países acreedores de Alemania se reúnen para buscar soluciones, pero no lo consiguen. Por si fuera poco, para octubre de 1933, la nueva Alemania, liderada por Adolf Hitler afirma que no está dispuesta a desarmarse, sino todo lo contrario. En ese momento, abandona la Sociedad de Naciones. Las actitudes hostiles han vuelto.
Por otra parte, en Asia, Japón, dentro de su programa imperialista de "espacio vital" invadió Manchuria en 1931 tras un atentado de bandera falsa (Incidente de Mukden) y los esfuerzos de la Sociedad de Naciones por hacer que se retirase fueron en vano. La Sociedad está en entredicho por su incapacidad de imponerse a los países agresores.
Entre 1934 y 1935, vuelven a darse sistemas de alianzas, como ocurre siempre que hay un periodo de "paz armada", igual que antes de la Primera Guerra Mundial: el Frente de Stresa (Reino Unido, Italia y Francia), el Pacto Franco-Soviético o el Acuerdo Naval Anglo-Alemán, por el cual se permitía a Alemania -sin consultar a la Sociedad de Naciones- reconstruir su armada siempre que no superase al 35% de la británica.
Entre 1935 y 1939 se producen los virajes en política exterior que llevan definitivamente a la Segunda Guerra Mundial.
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En 1935, Italia, dentro del delirante sueño imperial de Mussolini y con ánimo de venganza tras aquella derrota en Adua en 1896, invadió Abisinia (hoy, Etiopía). Esta hostilidad fue mal vista por Reino Unido y Francia y la expulsaron del Frente de Stresa. Indirectamente, esto propicia que Italia, marginada por los grandes de Europa, se acerque a Alemania, que se halla en situación parecida. Además, ambos países intervendrán en la Guerra Civil Española ayudando al bando sublevado.
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En 1936, Hitler y Mussolini acercan posiciones. Nace el Eje Roma-Berlín. Sin esta ayuda italiana, Alemania hubiera tenido muy difícil emprender el Anschluss (anexión de Austria).
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En marzo de 1938, Alemania se anexiona Austria (Anschluss) con apoyo italiano y con el visto bueno de un amplio número de austriacos. El resto de países observan con miedo.
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En septiembre de 1938 se firman los Acuerdos de Múnich: Hitler reclama una zona del sur de Checoslovaquia (los Sudetes) alegando que hay mucha población alemana allí establecida y, por lo tanto, ese territorio debe pertenecerles. Se reúnen Reino Unido, Italia, Francia y Alemania. Hitler asegura que con los Sudetes terminarían sus aspiraciones expansionistas y Reino Unido y Francia, queriendo evitar el conflicto y en un acto vergonzoso, permiten a Hitler su invasión, que se llevará a cabo en octubre. Checoslovaquia nunca fue consultada ni invitada a las reuniones de Múnich.
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En mayo de 1939, Alemania e Italia firman un pacto de amistad y alianza conocido como el Pacto de Acero. Los bloques, una vez más, se van perfilando.
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En agosto de 1939, Stalin se da cuenta de que Reino Unido y Francia están dejando que Hitler haga lo que quiera hacia el este, es decir, se le están sacando de encima como pueden, pero esto provoca que Alemania se extienda hasta cerca de las fronteras soviéticas. Stalin entonces firma con Hitler el Pacto Ribbentrop-Mólotov, por el que ambas potencias se comprometen a no agredirse. El pacto contenía una cláusula secreta que preveía el reparto de Polonia entre soviéticos y alemanes.
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El 1 de septiembre de 1939, Alemania invade la mitad de Polonia por el oeste y, en virtud del pacto anterior, la URSS hará lo mismo por el este el 17 del mismo mes. Pero el conflicto ya había estallado: el 3 de septiembre Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial había empezado. --> Repaso
El ataque japonés a Manchuria
Chamberlain, te tragaste que me iba a conformar con Los Sudetes como un primavera, ¿quieres saber cómo amenacé a Checoslovaquia? Pincha aquí anda, lince, que eres un lince.
Japoneses en Manchuria y otras
escenas de antes de la guerra
Chamberlain y Hitler se dan la mano en los acuerdos de Múnich (septiembre de 1938)
Caricatura sobre el Pacto Ribbentrop-
Molotov