Unidad 4: La 2ª República y la Guerra Civil Española (1931-1939)
Nunca pienses que una guerra, por necesaria o justificada que parezca, no es un crimen.
Ernst Hemingway: introducción a Treasury for the free world, publicado por Ben Raeburn
1) Antecedentes: el reinado de Alfonso XIII hasta 1923
1.1 El turnismo y el no tan desastroso "Desastre del 98"
Alfonso XIII fue rey desde su nacimiento, pues era hijo póstumo, pero su madre, María Cristina, asumió la regencia hasta 1902.
El final del siglo XIX fue, como todo el siglo, muy convulso, y será recordado como el momento en el que España dejó de ser un imperio, pues perdió, en guerra contra EE. UU., las plazas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. El llamado "Desastre del 98" pareció indignar a los españoles, pero todo era impostura, como casi todo en aquel entonces. Al poco tiempo, pocos se acordaban de las llamadas "últimas colonias".
En el país, la inestabilidad política se resolvió con un sistema que era una farsa de principio a fin: el turnismo. Los dos partidos más relevantes, el liberal y el conservador, acordaron amañar las elecciones para alternarse en el poder, de forma que, en cada pueblo de España, el alcalde y el cacique se las arreglarían para que saliese elegido un diputado, liberal o conservador según el año, ya escogido de antemano por las altas esferas. Todo esto, claro, fue posible gracias a un infame trapicheo de favores y prebendas. El sistema del turnismo trajo algo de paz al final de un siglo en el que hubo cerca de doscientos golpes de estado, pero institucionalizó la corrupción en la política española, mal que está lejos de erradicarse hoy en día.
La pérdida del imperio no resultó tan mal, pues propició el retorno de comerciantes y empresarios emigrados que pusieron empresas en España y favorecieron el crecimiento económico. La industrialización aparece tímidamente y ayuda al desarrollo de la sanidad, la higiene y la alimentación, con lo que se produce también un crecimiento demográfico, sobre todo en las grandes ciudades.
1.2 La industrialización en Cataluña y País Vasco. Nacionalismo y movimiento obrero.
La industrialización también acarrea el engrosamiento de la brecha entre las regiones industrializadas (Cataluña y País Vasco) y el resto de España, aún muy dependiente de la agricultura. En este contexto, la burguesía catalana y vasca, harta del corrupto turnismo y de la falta de ganas de los gobiernos de modernizar España, apoya un creciente nacionalismo en el que también hay elementos muy tradicionalistas: el carlismo, la identificación con las lenguas vernáculas, las costumbres ancestrales... Los partidos políticos nacionalistas, como el Partido Nacionalista Vasco (PNV) o la Lliga Regionalista, adquieren cada vez más protagonismo.
Por otro lado, y tal como había ocurrido en otros países durante la Revolución Industrial, el movimiento obrero irrumpe con fuerza entre las filas del incipiente proletariado. La Unión General de Trabajadores (UGT) nace en 1888. En 1910 aparece el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que había nacido en 1879, rompe su aislacionismo inicial y busca alianzas con otros partidos y movimientos republicanos.
Para agravar más la situación, en el Marruecos Español (recordemos el tema del colonialismo) había periódicos enfrentamientos entre el ejército español y las fuerzas indígenas. En 1909 tuvo lugar la Guerra de Melilla, para la que el gobierno conservador de Antonio Maura decidió llamar a filas a los reservistas.
Un inciso: en esta época de desigualdades aberrantes, las familias burguesas pagaban dinero al gobierno para evitar que sus hombres fueran al servicio militar (la redención en metálico), por lo que la soldadesca se nutría de obreros pobres que no podían pagar. Estos reservistas pertenecían a esta clase obrera.
En Barcelona, que al ser una ciudad industrial tenía un tejido de movimiento obrero bastante organizado, estalló una huelga contra la leva de reservistas en el verano de 1909. Esta huelga fue duramente reprimida por Maura y acabó con un balance de más de 100 muertos en las calles. Estos sucesos son conocidos como La Semana Trágica. Uno de los presidentes liberales que sucedieron a Maura, José Canalejas, trató de incorporar algunas reformas para evitar los enfrentamientos, pero murió asesinado por un anarquista en 1912. El clima de violencia se hizo algo común.
1.3 Neutralidad en La Gran Guerra y fin del turnismo
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) al mantenerse neutral España, la economía mejoró con la exportación de todo tipo de productos a los países beligerantes, pero no se invirtieron las ganancias en mejorar las infraestructuras y el comercio interior se descuidó, con lo que, al acabar la contienda, la crisis económica se recrudeció.
En 1923, el turnismo llega a su fin con un nuevo golpe de estado: el general Miguel Primo de Rivera llega al poder con el beneplácito del rey. El nuevo dictador promete sacar a España de la crisis económica y resolver el problema de Marruecos.
2. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Fue una dictadura apoyada en el ejército (con lo cual, el poder civil quedaba muy en entredicho) y en la monarquía, ya que Alfonso XIII confiaba en que los problemas pudieran ser arreglados manu militari.
En 1921 había tenido lugar el Desastre de Annual, en el contexto de la Guerra de Marruecos: las tropas de los rebeldes rifeños, comandadas por Abd-el-Krim, habían derrotado estruendosamente a las españolas. El general Miguel Primo de Rivera piensa que solo un ejército disciplinado puede salvar a España del desastre y decide dar un paso al frente. El rey y parte de la sociedad le aceptan, y la gran mayoría de españoles muestra indiferencia, síntoma de la profunda decepción que siente la sociedad respecto a la política.
Los problemas se solucionaron hasta cierto punto, pero no lo suficiente como para dar credibilidad a este nuevo régimen:
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La Guerra del Rif (Marruecos): fue quizás el mayor éxito del dictador, pues consiguió una victoria decisiva en el Desembarco de Alhucemas (1925), que pacificó la zona hasta la independencia de Marruecos en 1956.
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En el ámbito económico, multiplicó las obras públicas para dar trabajo a los parados. Consiguió ciertos avances, pero la dependencia de las inversiones del estado eran excesivas. Además, el Crac del 29 también afectó a la economía española.
Por otro lado, como cualquier dictador, prohibió todos los partidos políticos menos el que él mismo creó, Unión Patriótica, derogó la Constitución para redactar otra que nunca llegó a ser promulgada, y oprimió los nacionalismos y los movimientos obreros.
Para 1930, tenía muy pocos apoyos:
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Los nacionalistas le aborrecen porque se les prohíben sus símbolos, partidos y la expresión de sus ideologías.
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Los movimientos obreros también, porque no pueden conseguir sus objetivos de emancipación de la clase obrera (socialistas, marxistas y anarquistas). Además, había prohibido los partidos políticos.
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La burguesía comercial, porque el estado es demasiado paternalista y demasiado controlador. No tienen suficiente libertad para poner en marcha sus negocios.
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La intelectualidad, porque coarta la libertad de expresión y no tiene interés en sacar a España del analfabetismo. Prohibió la libertad de cátedra y desterró a escritores como Miguel de Unamuno.
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Los militares, porque consideran a Primo demasiado arbitrario, y porque concede ascensos a dedo.
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La sociedad en general, porque, pese a ciertas mejoras, el país está anclado en el inmovilismo mientras el resto de Europa experimenta un fuerte desarrollo industrial. Además, el dictador tiene fama de borracho.
Este mismo año de 1930, abandonado y decepcionado, presenta su dimisión al rey el 28 de enero y parte al exilio. Un mes y medio más tarde, fallece en París por complicaciones de la diabetes.
En España, muchos no perdonan al rey que Primo de Rivera haya gobernado con su connivencia. La causa republicana gana cada vez más adeptos.
Primo de Rivera pasa las noches en
prostíbulos... Es a la vez un borracho, y lo que le preocupa más es que pronto tendrá que entregar a sus hijos -es viudo- la herencia materna que se jugó. El desgraciado es triste mezcla de mentecato y loco.
Es de los que primero disparan y después
apuntan
Miguel de Unamuno, escritor desterrado a Fuerteventura por sus críticas al rey y a la dictadura de Primo de Rivera
3) La 2ª República (1931-1939)
3.1 El advenimiento
Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII otorga, en 1930, el gobierno al general Dámaso Berenguer, un militar leal a la monarquía de escasas dotes políticas. El gobierno de Berenguer es conocido como "La Dictablanda", y se caracterizó por no saber qué hacer: ni quiso continuar la dictadura de Primo de Rivera, ni convocó elecciones. Quiso seguir con el régimen de la Restauración (aunque tampoco restableció la constitución de 1874) como si no hubiera pasado nada, pero sí que habían pasado muchas cosas y la población exigía cambios. Berenguer fue muy criticado por intelectuales como Ortega y Gasset, y el rey, por haberle dado el puesto, también.
Durante este tiempo, aparecieron (o regresaron de la clandestinidad) multitud de partidos políticos, muchos de ellos republicanos: Acción Republicana, Partido Radical, Partido Republicano Radical Socialista, PSOE, Derecha Liberal Republicana... Estos partidos, algunos de ideologías muy opuestas, estaban unidos por el objetivo común de derribar a la monarquía. Y no solo eso: muchos monárquicos dan de lado a Alfonso XIII, incapaz de asumir las profundas reformas que necesita el país.
El 17 de agosto de 1930, todas estas fuerzas políticas mantuvieron una reunión conocida como el Pacto de San Sebastián. Allí están todos los políticos importantes del momento: Niceto Alcalá-Zamora, Manuel Azaña, Alejandro Lerroux... Allí se decide que hay que dar un golpe de estado contra la monarquía. La fecha elegida es el 12 de diciembre. Todos los militares adheridos al pacto están preparados, pero, a última hora, se decide aplazar el golpe al 15 de diciembre. En Jaca, la guarnición no ha sido avisada del cambio de planes y el 12 se levantan los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández contra la monarquía. Rápidamente se dan cuenta de que están solos y de que nadie, en las ciudades cercanas, ha apoyado el golpe. Galán y García Hernández fueron arrestados y fusilados dos días después. La tensión social es muy grande.
En febrero de 1931, Berenguer dimitió y dejó el puesto al almirante Juan Bautista Aznar. Al igual que Berenguer, creía que se podía volver al "tranquilo" turno de partidos de la Restauración. Nada más lejos de la realidad de las calles. Con razón decía de él el historiador Gabriel Maura que procedía "geográficamente de Cartagena, pero políticamente de la luna". Total, que los republicanos ven que no les va a hacer falta un pronunciamiento al estilo decimonónico, sino que pueden ganar en las urnas. En el campo, la influencia del caciquismo hace que las elecciones sean un engaño, pero en las capitales de provincia y grandes ciudades, donde no llega esa influencia, la predominancia del republicanismo es muy clara.
El 12 de abril hay elecciones municipales en España, pero es un evento que va más allá de eso: está en juego la continuidad del régimen de la Restauración. En el campo, por efecto del caciquismo, ganan los monárquicos, pero en las grandes ciudades vencen los republicanos y socialistas. El gobierno se reúne de urgencia y comunica al rey que no puede garantizar la seguridad de la monarquía. Alfonso XIII parte rumbo a Francia, al exilio. El 14 de abril de 1931, se proclama la Segunda República Española. Será un tiempo lleno de esperanzas y de dificultades. También de injustificable violencia entre unos y otros.
3.2 La república arranca con muchos desafíos
La Segunda República fue una tarea difícil. Como tantas otras veces en la historia, cuando hay un objetivo común, en este caso, derribar la monarquía, es relativamente fácil unirse, pero una vez que se ha conseguido ese objetivo, decidir qué hacer entre tantas tendencias es harina de otro costal. Por ejemplo, ya sabemos que el nacionalismo catalán tenía bastante fuerza por aquel entonces, pues bien, el mismo 14 de abril, Francesc Maciá, líder del partido independentista Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) -y teniente coronel del ejército español- proclamó en Barcelona la "República Catalana" dentro de la "Federación Ibérica". Esto provocó rechazo en mucha gente, así que, desde el principio, hubo dificultades, y no pocas.
El primer gobierno de la república tuvo como presidente de la misma a Niceto Alcalá-Zamora, y como presidente del gobierno a Miguel Maura, ambos representante de la derecha burguesa católica y conservadora, y había ministros del Partido Radical, de Acción Republicana, del Partido Republicano Radical Socialista, de la Organización Republicana Gallega Autónoma, de Acció Catalana y del PSOE. Huelga decir que, con semejante mezcla de tendencias, la toma de decisiones se tornó en ardua tarea.
El 27 de abril se adoptó la bandera tricolor, con la franja inferior morada en vez de roja, para representar la lucha de los comuneros de Castilla en el siglo XVI y que simbolizaba la oposición al autoritarismo y al despotismo. También representaba una ruptura con el pasado monárquico y la voluntad de incluir más tendencias políticas dentro del país. Como es fácil imaginar, la adopción de esta bandera provocó el rechazo de los monárquicos y de otros sectores conservadores. Años después, el general republicano Vicente Rojo diría que esta bandera "solo consiguió dividir a España".
Los grandes problemas de España que tuvo que encarar la república son los siguientes:
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La cuestión agraria: la economía de España era fundamentalmente agraria, pero, además, la maquinaria agrícola estaba anticuada y la estructura de las explotaciones, mal organizada. Había minifundios en el norte (pequeñas tierras de agricultura de subsistencia, inviables para la exportación) y grandes latifundios en el sur, de mayor producción, pero infrautilizados por una burguesía rural de escaso espíritu de emprendimiento. Por otro lado, había dos millones de campesinos pobres, famélicos, sin tierras, que reclamaban su pedazo de tierra para vivir de forma autónoma.
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La cuestión social: la lucha de clases tenía cierto protagonismo, y la brecha entre alta burguesía y proletariado se había agrandado con la Crac del 29 y la Gran Depresión. El partido obrero, el PSOE, estaba ahora en el gobierno, así que el proletariado exigía alguna respuesta a sus reivindicaciones.
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La cuestión religiosa: el gobierno defendía la libertad de culto y la aconfesionalidad del estado, lo que suponía la separación definitiva entre iglesia y estado. La iglesia católica tenía un enorme poder entonces, y se negaba a desprenderse de su poder político y de sus privilegios seculares. Los problemas no se hicieron esperar y en mayo ya hubo graves incidentes con quema de conventos incluida. Por otra parte, la mayoría de españoles se consideraba católica.
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La cuestión de la enseñanza: muy ligada a la anterior. La educación preuniversitaria estaba controlada, en su mayoría, por la iglesia católica. La República quiere que la educación sea, sobre todo, pública y laica, y la iglesia no está dispuesta a dejarse arrebatar el papel controlador que ejercía sobre la sociedad a través de la educación.
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La cuestión militar: el ejército tenía excesivo número de oficiales y escasa tropa. Además, estaba demasiado acostumbrado a inmiscuirse en temas políticos (recordemos que, en el siglo XIX, hubo cerca de 200 golpes de estado y que la dictadura de Primo de Rivera había terminado dos años antes). A los militares que no quisiesen jurar fidelidad a la República se les ofreció jubilarse con el sueldo íntegro, mientras se intentaron modernizar sus estructuras.
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La cuestión de los regionalismos y nacionalismos: esta cuestión era, es y será delicada. Digamos, simplificando mucho, que los regionalismos incluyen tendencias en las que se quiere dar más relevancia y autonomía a una región (hoy, comunidades autónomas) pero sin separarse de España. Por contra, el nacionalismo es independentista, buscar separar una región del resto de España alegando que sus factores culturales (lengua, tradiciones, historia, leyes...) son diferentes que los del resto del país. Las tensiones entre regionalismos y nacionalismos, por un lado, y el centralismo (mantener unida a España y que el poder solo sea ejercido desde un gobierno central) se mantendrán durante todo el periodo, sin que se haya podido encontrar (hasta hoy) una solución intermedia.
3.3 Elecciones y una nueva constitución
En junio de 1931 hay elecciones, y los partidos más votados son los republicanos y socialistas, que hacen una gran alianza y deciden que el presidente del gobierno sea Manuel Azaña, de Acción Republicana, que, a pesar de no ser el candidato más votado, era un hombre de estado en el que los miembros de la alianza creyeron ver a uno de los pocos que podían mantener a los distintos partidos unidos.
En diciembre, se proclamó la constitución, en la cual se aprecia el anhelo reformista y el intento de resolver los problemas que hemos visto antes:
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España es definida como un "Estado integral compatible con la autonomía de municipios y regiones". Es una denominación que trataba de contentar a todos en esta compleja cuestión.
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El sufragio universal: el debate no solo era si la mujer tenía derecho al voto o no, sino si estaba preparada para ello. Entre las propias diputadas hubo disputas: Margarita Nelken, del PSOE, y Victoria Kent, del PRRS, argüían que la mujer no debía votar porque no estaba intelectualmente preparada y que votaría a quien le dijese su marido o el cura. Clara Campoamor, del Partido Republicano Radical, afirmaba que, pese a todo, el derecho al voto era inalienable. Finalmente, Campoamor vio aceptada su propuesta y la constitución reconoció el derecho al voto femenino.
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La iglesia católica: se redujo mucho su poder, ya que se le prohibió ejercer la enseñanza (casi todos los colegios e institutos eran religiosos entonces) y el comercio, se canceló la subvención del clero por parte del Estado, se clausuró la Compañía de Jesús y se dejó abierta la posibilidad de expropiar los bienes eclesiásticos para el beneficio del país.
El recibimiento de la nueva Constitución fue desigual: gustó a los reformadores moderados, pero se quedó muy corta para el proletariado revolucionario organizado. Para los sectores más tradicionales y religiosos, era un escándalo, y algunos diputados dimitieron. Además, solo se votó en las cortes (el Congreso de los Diputados), nunca fue sometida a un referéndum ciudadano, por lo que mucha gente se sintió poco representada.
Y muy importante: el 45,5% de los trabajadores eran campesinos, y el 44% de la población era analfabeta. En pocas palabras: para la mitad de la población, esta constitución no significaba nada, lo que querían eran reformas que le sacasen de la miseria.
3.4 Bienio social-azañista (1931-1933)
El presidente Manuel Azaña se propuso llevar a cabo las reformas que anunciaba la constitución, aunque, como todo en este periodo, fue difícil y no contó con el respaldo de una amplia mayoría. La oposición se comportó, en ocasiones, de forma violenta. Y se cometieron errores, por supuesto. Los principales asuntos fueron:
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Secularización de la sociedad: nacionalizó los bienes de la Compañía de Jesús, promovió la educación laica y gratuita, con la formación de miles de maestros, y aprobó la ley del divorcio. Estas reformas eran demasiado para los sectores reaccionarios, que las atacaron con virulencia. Quizás, a Azaña le pudo su anticlericalismo y quiso desligar la iglesia del estado demasiado deprisa. Su discurso de octubre de 1931, antes de ser investido presidente, levantó muchas ampollas.
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El ejército: trató de depurarlo de antirrepublicanos, aunque no lo consiguió del todo, y creó más puestos de suboficiales.
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Trabajo: el ministro Largo Caballero hizo efectivas las vacaciones pagadas, los convenios colectivos y el derecho a la huelga. Los salarios aumentaron, pero la situación no se podía mantener en el contexto de crisis internacional existente (recordemos la Gran Depresión). Además, Largo Caballero quería, en algún momento, llevar a cabo la revolución marxista, y eso asustaba a los sectores conservadores.
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Reforma Agraria: dos millones de campesinos sin tierra clamaban por una solución a su pobreza. En principio, se les permitió ser colonos, no propietarios, para que el gobierno no tuviera que enfrentarse con los terratenientes. Otras veces se cedieron en tenencia por dos años, y, en algunos lugares, se procedió a la expropiación mediante indemnización, pero con una economía poco boyante, este proceso se ralentizo enormemente, para desesperación de las masas de campesinos pobres andaluzas, manchegas o extremeñas, que, al sentirse decepcionados con el gobierno, se radicalizan y muchos pasan a engrosar las filas del anarquismo, más partidario de la acción directa y la ocupación inmediata de tierras. La Confederación Nacional del Trabajo (CNT), el mayor sindicato anarquista de España, llegó a tener 200 000 afiliados en Andalucía.
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Regionalismo y nacionalismo: el estatuto de Cataluña fue aprobado en 1932 en medio de fuertes tensiones. En él, se lee que Cataluña es una "región autónoma dentro de la República Española", y no "Estado autónomo", como querían los sectores independentistas. También se iniciaron los estatutos de autonomía del País Vasco y Galicia.
Las derechas, inmovilistas y opositoras a todo lo que viniese del gobierno, se dividieron en quienes obedecían de mala gana al gobierno, los que se oponían a sus reformas y los que estaban dispuestos a derribar al azañismo por la fuerza, si hiciera falta. Podemos agrupar a las derechas en los siguientes grupos:
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Las élites industriales y agrarias, dueños de las fábricas y de los campos, que llegaron a dejar campos sin cultivar para sabotear a la República. Evitaron contratar a sindicalistas.
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La jerarquía eclesiástica: salvo excepciones, azuzaron a la grey contra la República. Aparecen partidos católicos como Acción Popular, germen de la futura Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), de capital importancia en el siguiente periodo republicano.
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Los monárquicos: forman un partido llamado Renovación Española. Muchos son partidarios de acabar con la República mediante el golpe de Estado, y así lo intentaron en agosto de 1932. El general José Sanjurjo se levantó con una fracción del ejército, pero el golpe fracasó.
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El fascismo: influidos por Mussolini y por Hitler, que fue elegido canciller en 1933, los fascistas españoles se agruparon en torno a publicaciones como El Fascio o partidos como las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma; o Falange Española (FE), fundada por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. Al principio son grupos marginales de matones callejeros, pero cobrarán protagonismo según la República se vaya deteriorando.
Por su parte, entre las masas obreras y campesinas también hay muchos descontentos y decepcionados y se suceden las protestas en ciudades y pueblos. Para reprimir esas protestas, el gobierno creó la Guardia de Asalto, un cuerpo de antidisturbios, y promulgó la Ley de Defensa de la República, que le permitía tomar medidas de excepción, una medida ciertamente poco democrática y difícil de justificar.
En enero de 1933, tuvo lugar una insurrección anarquista en Casas Viejas, un pueblo de Cádiz. El gobierno envió a la Guardia de Asalto, que llevó a cabo una cruel represión. Murieron 26 personas, algunas quemadas vivas dentro de su casa.
Este suceso provocó una crisis irreparable en el gobierno. Muchos diputados se retiraron de la coalición, y esta perdió muchísimo apoyo popular. Todos los problemas mencionados anteriormente seguían sin resolver, o estaban solo parcialmente resueltos. A finales de 1933 hubo elecciones otra vez, la primera en la que votaron mujeres.
3.5 Bienio radical-cedista (1933-1936)
En las elecciones de noviembre de 1933, ganó una coalición de derechas (CEDA) y de centro. El presidente elegido fue Alejandro Lerroux, del Partido Radical, que se había vuelto mucho más moderado de lo que era al principio.
Las reformas del bienio anterior, o bien se detuvieron (el clero pudo seguir enseñando, se amnistió a Sanjurjo y a sus cómplices, se suspenden temporalmente los estatutos de autonomía) o continuaron de forma más moderada. Por ejemplo, en el campo continuó el reparto de tierras, pero más lentamente y sin molestar a los terratenientes.
En la izquierda, los sectores revolucionarios, al ver que la obra reformista se detenía, optaron por la respuesta violenta.
La República no se moderó, se radicalizó, y la lucha dialéctica de las ideas dejó paso a la lucha violenta en las calles.
En octubre de 1934 tuvieron lugar los gravísimos sucesos de Asturias. PSOE y el sindicato UGT prepararon una revolución socialista, pero la organización fue muy endeble y el golpe fracasó en toda España... Salvo en Oviedo, donde los mineros, agobiados por sus miserables condiciones de vida y el desempleo, se levantaron en armas. Aquí también acudió la CNT a la llamada revolucionaria.
El presidente Lerroux ordenó que la revolución fuese cruelmente sofocada, y para ello eligió a un general africanista, no demasiado conocido entonces: Francisco Franco. Entre los sucesos de Asturias de 1934 y la represión posterior murieron cerca de 4000 personas.
El gobierno radical-cedista tenía más o menos contentas a la alta burguesía, al alto clero, a la burguesía industrial y a los altos mandos del ejército, pero no había resuelto los grandes problemas de base (pobreza en el campo, miseria en las fábricas, analfabetismo, nacionalismos...). Además, en octubre de 1935 salió a la luz el escándalo del estraperlo: políticos del gobierno, entre ellos el presidente Lerroux, utilizaron su influencia política para implantar un juego de ruleta en el casino de San Sebastián, a cambio de una parte de los beneficios. Esto supuso el fin de Lerroux y una grave crisis de gobierno. Sumado a lo anterior, propició que las derechas se presentasen fragmentadas a las siguientes elecciones.
La izquierda por su parte, tomó nota de la fallida experiencia de Asturias y decidió que necesitaba presentarse unida si quería tener oportunidades en las urnas: en enero de 1935 apareció el Frente Popular, que unía a los siguientes partidos:
Y, de forma extraparlamentaria, era apoyado por la CNT.
3.6 El gobierno del Frente Popular y el fin de la república.
En febrero de 1936 tuvieron lugar las últimas elecciones de la Segunda República. Al Frente Popular (izquierdas) se opuso el Frente Nacional Contrarrevolucionario, un conglomerado de partidos de derechas, pero que no se presentó unido en todas las circunscripciones. El Frente Popular venció con el 47% de los votos y Manuel Azaña volvió a ser nombrado presidente del gobierno.
La victoria de las izquierdas alarmó a las fuerzas reaccionarias, que pensaban que volvería a ocurrir una revolución como la de Asturias de 1934. Algunas de estas fuerzas comenzaron a preparar el golpe de estado que dio inicio a la guerra desde este momento.
Azaña volvió a desarrollar las reformas que Lerroux había detenido: reforma agraria, educativa, del clero, del ejército... Además, el estatuto de autonomía de Cataluña volvió a la legalidad y Lluis Companys (ERC) se convirtió en presidente de la Generalitat. Además, 30000 presos políticos fueron liberados.
No hubo tiempo para más. La violencia callejera se desató y se volvió cada vez más sectaria. Entre las elecciones de febrero y el estallido de la guerra en julio, hay más de 200 muertos en estos enfrentamientos.
El 12 de julio, matones de extrema derecha asesinaron al teniente Castillo, de la Guardia de Asalto. Al día siguiente, en represalia, sus compañeros de la Guardia de Asalto asesinaron al diputado monárquico José Calvo-Sotelo. Fue la excusa perfecta para que los militares confabulados lanzaran su golpe de estado. El 17 de julio se sublevó la guarnición de Marruecos, y al día siguiente, numerosas guarniciones en todo el país. El golpe ha tenido éxito en algunas zonas y en otras, no. España queda, literalmente, dividida en dos. Ya no hay vuelta atrás, para desgracia de todos, la guerra había empezado.
Delenda est monarchia
José Ortega y Gasset,
filósofo y activista por
la república
Dámaso Berenguer, cuyo gobierno es conocido como "la Dictablanda"
¿Qué más crisis
desean ustedes que la de
un país que se acuesta
monárquico y se despierta
republicano?
Juan Bautista Aznar, último presidente del gobierno bajo Alfonso XIII
Izq.: Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la República.
Der.: Manuel Azaña, presidente del gobierno.
José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido fascista Falange Española
4. La Guerra (1936-1939)
4.1 El comienzo. El golpe del 18 de julio
Desde que el Frente Popular ganase las elecciones de febrero, hay un sector del ejército que planea el golpe de estado. Temen que vuelva a ocurrir una revolución como la de Asturias de 1934, pero que esta vez tenga éxito.
Al frente de los sublevados se iba a colocar el general José Sanjurjo, pero murió al regresar de su exilio en Portugal el 20 de junio. El general Emilio Mola, llamado "el Director" por ser el que planificó todo, es el candidato a liderar la sublevación. Sin embargo, el golpe no triunfa en toda España. Les apoyan, sobre todo, los oficiales que han estado en África, pero no el resto. La República controla las grandes ciudades, las zonas industriales y el oro del Banco de España. Los oficiales de mayor graduación , la aviación y la marina permanecen leales también. En principio, la República tenía las de ganar, ¿qué pasó entonces?
4.2 Los dos bandos se organizan
Al empezar la guerra, los sublevados controlan Galicia, Castilla-León, La Rioja, Navarra, parte de Aragón, Canarias y Baleares. La República, el resto.
La República adolece de lo que ya se ha dicho: demasiadas corrientes diferentes en el gobierno. El POUM y la CNT quieren aprovechar la guerra para hacer la revolución que emancipe al proletariado, mientras que el PCE, que obedece a Stalin, se quiere centrar solo en ganar la guerra. En el PSOE había tres políticos relevantes, cada uno con sus seguidores: Francisco Largo Caballero, el "Lenin español", era el más radical y era partidario de instaurar una dictadura del proletariado; Julián Besteiro, era el más moderado, y quería llegar al socialismo sin dictaduras ni revoluciones violentas. Indalecio Prieto representaba una rama intermedia. Por otra parte, los republicanos de centro y de derechas se quedaron aislados. En resumen: esta es una de las claves de por qué la República perdió la guerra: la desunión.
Internacionalmente, la República recibe el apoyo de la URSS a cambio de grandes cantidades de dinero. Largo Caballero, que se convirtió en presidente del gobierno en septiembre, organizó la venida de las Brigadas Internacionales, un cuerpo de voluntarios para luchar contra los sublevados venidos de más de 50 países.
Los Sublevados, también llamados "La España Nacional", o "Los Nacionales" estaban mucho más unidos. El general Sanjurjo iba a convertirse en jefe del golpe de Estado, pero murió cuando volvía en avioneta desde su exilio en Portugal. El general Mola, a pesar de ser "El Director", quedó eclipsado por el éxito del general Francisco Franco en el sur. Este, al frente de la guarnición del Marruecos español, cruzó a la Península y tomó rápidamente Andalucía oriental y Extremadura, uniendo sus tropas con los sublevados del norte. De esta manera, a finales de septiembre de 1936, Franco fue nombrado "Generalísimo" del ejército Nacional, con lo que obtuvo todo el poder de aquí en adelante.
Internacionalmente, Alemania, Italia y Portugal apoyaron a Franco. También la iglesia católica mostró su apoyo a los sublevados, calificando la guerra como "cruzada".
En conclusión, los Nacionales tuvieron lo que la República nunca tuvo: unidad de mando.
4.3 Las fases de la Guerra.
4.3.1 El comienzo.
Durante el verano y otoño de 1936, Mola avanzó por el norte y tomó Guipúzcoa, así impedía el contacto de los Republicanos con Francia. En noviembre, se dispuso a tomar Madrid, pero el ejército republicano contuvo el ataque en Somosierra.
Franco, una vez que, como ya se ha dicho, unió las tropas sublevadas del sur con las del norte, se dispuso a tomar Madrid en septiembre, pero antes liberó el Alcázar de Toledo (27 de septiembre de 1936), defendido por el general sublevado Moscardó y que estaba siendo asediado por la República. Este hecho le proporcionó buena reputación entre los oficiales. Así, cuando la Junta Nacional de Defensa se reúne en Burgos en octubre, Franco será elegido Generalísimo de las Fuerzas Armadas Nacionales, es decir, obtuvo el liderazgo total en su bando.
En octubre, llegó la Legión Cóndor, fuerzas de combate ofrecidas por Hitler a Franco, sobre todo de la Luftwaffe, pero también tanques de las divisiones Panzer. En el bando republicano, llegaron los voluntarios de las Brigadas Internacionales.
4.3.2 Lucha en torno a Madrid y conquista del frente del norte.
En marzo de 1937, tiene lugar la Batalla de Guadalajara, en la que la República logra una de sus victorias más importantes frente al general Moscardó y al ejército italiano enviado por Mussolini.
En el norte, Mola quiere rendir la franja que aún permanece leal a la República (Asturias, Cantabria, País Vasco). El 26 de abril de 1937 tuvo lugar uno de los episodios más infames de la Guerra: el bombardeo de Guernica. La Legión Cóndor y la Aviación Legionaria Italiana lanzaron bombas sobre la población civil indefensa en un día de mercado en esta localidad vizcaína. El resultado fue más de un millar de muertos y un fuerte golpe psicológico a la República, que ahora sabía que los sublevados atacarían en cualquier lugar y circunstancia, sin discriminar entre militares y civiles. Estos hechos inspiraron al pintor Pablo Picasso para la elaboración de su conocido cuadro mural.
El 3 de junio, Mola murió en accidente de aviación, lo cual dejaba el liderazgo de Franco aún más expedito. En julio cayó Bilbao y en octubre, Asturias. La República perdía así algunas de las zonas más industrializadas y el 25% de su ejército.
En julio, el ejército republicano intentó descongestionar el asedio a Madrid en la Batalla de Brunete, pero, a pesar de cierto avance, no consiguió su objetivo.
Aparte de la zona norte, no hubo muchos cambios territoriales en 1937.
4.3.3 Batallas de Teruel y del Ebro
A finales de 1937, los Sublevados quieren partir en dos la zona republicana. Los Republicanos quieren evitarlo y en Teruel se dio una dura batalla (diciembre 1937-marzo 1938) en la que la República consiguió conquistar la capital de la provincia, pero la perdió poco después definitivamente. Fue una batalla terrible con pocos avances. La República perdió 20000 soldados y los Sublevados 17000.
Finalmente, en abril de 1938, los Sublevados llegan al delta del Ebro y Cataluña queda aislada del resto del área republicana. Esta región, cortada y sin refuerzos, caerá a principios de 1939.
Antes, la República intentó volver a conectar sus territorios en la Comunidad Valenciana con los de Cataluña. Fue la mayor ofensiva que lanzó este bando y en la que más soldados participaron: la Batalla del Ebro. En julio de 1938, el ejército republicano cruzó el Ebro, sorprendiendo a los Sublevados y obteniendo una importante victoria. Situaron la línea en Gandesa (Tarragona), pero comenzó entonces una guerra de desgaste para la que los Sublevados estaban mejor preparados. En noviembre, los Republicanos se retiraron. Esta guerra supuso un antes y un después: la República se dio cuenta plenamente de la que Guerra estaba perdida.
4.3.4 El fin de la Guerra
En la zona republicana hay un agrio debate entre los partidarios de continuar la guerra y los que buscan una rendición honrosa. También buscan el apoyo internacional a la desesperada, pero esto tampoco sale bien: en febrero de 1939, Inglaterra y Francia reconocieron a Franco como legítimo jefe de estado. Manuel Azaña, a la sazón presidente de la República, se exilió en Francia y dimitió.
El 5 de marzo, un militar republicano, Segismundo Casado, dio un golpe de estado y asumió el cargo de presidente del gobierno para conseguir una paz honrosa, pero Franco solo aceptó la rendición incondicional, que finalmente conseguirá el 1 de abril.
Bando Republicano: Generales José Miaja (izq.) y Vicente Rojo (der.). Líderes destacados de las fuerzas armadas republicanas
Bando Sublevado: de izq. a der.: General Sanjurjo, uno de los líderes del golpe, muerto en accidente de avioneta. General Franco: Generalísimo de las FF.AA. sublevadas desde septiembre de 1936.
General Mola: llevó a cabo la campaña del norte, pero fracasó al tomar Madrid.
5. Otros aspectos de la guerra
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Repercusión en el ámbito internacional: algunos historiadores afirman que la Guerra Civil fue la primera batalla de la Segunda Guerra Mundial, o que la Segunda Guerra Mundial empezó en España en 1936. Pienso que no les falta razón: los mismos ingredientes que alumbraron el segundo conflicto mundial estaban ya en España: Hitler, Mussolini, Stalin, anarquismo, comunismo, fascismo, monárquicos contra republicanos, tradicionalistas contra renovadores, clericales contra anticlericales, la lucha por la emancipación de la mujer, el antijudaísmo... Todo esto y más aderezó el conflicto ibérico y tuvo su continuación entre 1939 y 1945. Nadie hizo caso al aviso mortal español.
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Hambre: la situación fue dramática, sobre todo en la zona republicana, pues las mayores zonas productoras de carne y cereales estaban en zona Sublevada. Hubo racionamiento y mucha gente recurrió al mercado negro.
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El papel de la mujer: en ambos bandos fueron más que simples espectadoras, si bien su rol fue muy diferente dependiendo de la facción. Entre los Sublevados, se dedicó a labores sociales y de propaganda, en línea con la ideología tradicional católica. La mujer seguía siendo "El ángel del hogar", como la famosa revista femenina del siglo XIX. La organización femenina más relevante fue la Sección Femenina de Falange Española, fundada por Pilar Primo de Rivera, hija del dictador y hermana del fundador del partido. En la República, la mujer tuvo un papel mucho más activo, pues hasta 7000 de ellas tomaron las armas directamente, a veces, contra la opinión de parte del bando republicano, como los estalinistas. Muchas de ellas fueron milicianas anarquistas, facción donde se consideraba que hombre y mujer eran equivalentes. También hubo mujeres que destacaron en política, como Dolores Ibárruri "Pasionaria", del PCE, o Federica Montseny, primera mujer ministra en España.
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La represión: se dio masivamente en ambos bandos. En el Republicano, sobre todo con el descontrol del principio de la guerra, se torturó y ejecutó oponentes políticos en tribunales populares no oficiales llamados checas, por influencia de la cheka soviética. Desde mayo de 1937, cuando el gobierno de la República recayó en Juan Negrín, respaldado por el PCE, la violencia indiscriminada disminuyó. Entre los Sublevados ocurrió exactamente lo mismo, la diferencia es que la represión continuó después de la guerra.
6. Consecuencias de la Guerra
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Demográficas: el desastre causó la muerte de más de 500 000 personas, más otros tantos exiliados. Esto repercutió muy negativamente en la fuerza de trabajo del país.
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Económicas: gran parte de la industria y de las vías de comunicaciones (carreteras, puentes, vías de tren...) quedó destruida. El primer franquismo, aproximadamente hasta 1960, fue muy duro, e impuso las cartillas de racionamiento desde 1939 hasta 1952. Franco impulsó el INI (Instituto Nacional de Industria) con multitud de empresas públicas para reconstruir la economía. Fueron años muy difíciles.
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Políticas: la democracia desapareció en favor de la dictadura personal de Franco. El dictador jamás tuvo piedad ni asomo de perdón por quienes hubieran colaborado con la España republicana. En 1939, promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas, que, literalmente, buscaba "liquidar las culpas contraídas por quienes contribuyeron a forjar la subversión". Muchos miles de españoles fueron ejecutados o encarcelados de acuerdo con esta ley, que penaba cualquier acción que pudiera considerarse contraria a los ideales del régimen franquista.
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Sociales y culturales: un buen número de científicos e intelectuales tuvieron que exiliarse, sobre todo a México, país que no reconoció al gobierno de Franco y que fue sede del gobierno republicano en el exilio. En España, a pesar del tiempo transcurrido, la brecha que dejó la Guerra no ha terminado aún de cerrarse, y es difícil que se cierre mientras no haya una voluntad fuerte de reconciliación que busque la verdad por encima de ideologías políticas.